Vivir la estrategia


Por Rafael Alberto Pérez

Cada segundo nacen 5 niños en el mundo y cada 5 segundos nace un blog. El primer dato es cierto pero, para decir verdad, ignoro cuál es el dato correcto para los blogs- si alguien lo tiene por favor que me lo mande- pero que nadie se preocupe, en realidad no es relevante para lo que quiero contarles. Ese pequeño intervalo de 5 segundos- aunque sea hipotético- nos sirve para entrar en materia y relacionar los blogs, la comunicación, la estrategia y la vida y eso es justamente lo que pretendo.

La vida es el gran tema y permite hilvanar todos los demás. Así vemos que tanto humanos como blogs nacemos comunicando. Pero a diferencia de los niños los blogs no nacen llorando sino dialogando. Vienen al mundo maduros y relacionales, cargados de intenciones. Alguien tiene algo que decir y un buen día decide compartirlo con los demás. Fue Oscar Wilde quien señaló que para escribir solo hacen falta dos cosas, tener algo que decir y querer decirlo. Es el caso de Avelina Frías Velázquez, y por eso estamos aquí, para acompañarla en esta nueva andadura en Comunicaos. Pero sobre todo para leer lo que nos tienen que decir y dejar que sus comentarios cobren vida en nuestras reflexiones.

La palabra vuelve así a la vida y nos ayuda a vivir. Es ahí donde entra en juego la estrategia. Al menos esa estrategia que llevo dentro y que también surge de la vida. Pero que soy consciente de que no es la que todos manejan. La gente suele pensar en las estrategias como objetos, algo que se hace, artefactos cuya producción se planifica. Es la visión que se les viene dando desde el management y las Business School. Una visión economicista y cosificada. Pero las ciencias de la vida (capítulo 24 de la nomenclatura de la UNESCO) nos dicen otra cosa. En realidad nos dicen dos cosas: (1) la vida es relación y (2) las estrategias son las reacciones de los seres vivos (todos los seres vivos) para recuperar el equilibrio perdido por ciertos cambios de su entorno. Reacciones orientadas a la supervivencia. Con la llegada de los humanos el sistema estratégico incorporó la imaginación y la anticipación y pudimos dedicar las estrategias también para una mejor vivencia.

Vivimos en un mundo que cambia y para seguir viviendo tenemos que ser sensibles a esos cambios. Las organizaciones también. Pero no estamos solos, vivimos en relación y son los otros los que, de una parte, generan cambios internos en nosotros mismos y dan sentido a nuestras propias vidas (imagínese el lector una vida sin amor o a una empresa sin clientes) y, de otra, nos condicionan las rutas que podemos seguir (nuestra chica se ha enamorado de otro, un competidor ha dado una solución mejor al producto/problema). Para bien o para mal vivir es relación, y relación implica comunicación y estrategia, pero también incomprensión e interferencias.

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La clave estratégica radica entonces reaccionar y si es posible anticipar. Y para ello hacen falta dos cosas: (1) poner sensores a nuestro campo vital; (2) imaginarnos futuros posibles. En su origen la naturaleza lo hizo por nosotros y nos ayudó a los seres vivos con el olfato, el oído, la vista, el tacto y el gusto. Los humanos además tenemos imaginación. Pero a medida en que nos organizábamos socialmente nos fuimos distanciando y olvidando de las leyes biológicas y un halo de poder y presunción nos llevó a gestionar el mundo sin escuchar a los demás.

Hoy todo eso ha cambiado. Y gracias a los medios digitales y las redes sociales ya podemos dialogar con nuestros públicos, o mejor, ellos (y los demás) ya pueden dialogar con nosotros. Las reglas del juego han cambiado. Como dijo Paul Holmes en Madrid no hace mucho: “Antes las marcas eran el resultado de lo que uno decía, ahora son el resultado de lo que dicen los demás”. Podemos dialogar, pero ¿sabemos? Tengo la impresión de que eso es lo que Avelina Frías Velázquez quiere contarnos: cómo lo digital nos permite vivir la estrategia, y gestionar el día a día sin perder el Norte. Ese es su gran «expertise» y estoy seguro que tenemos mucho que aprender: adelante Avelina.

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